[caption id="attachment_7339" align="alignleft" width="300"] Agustín Remiro Manero[/caption]
Agustín Remiro Manero (1904-1942) Nacio el 28 de agosto de 1904 en Épila, Zaragoza, Aragon, (España) y murió el 21 de junio de 1942 en Madrid, Madrid (España) Fue miembro de la CNT, miliciano en la Guerra Civil española, militar en el Ejército Republicano y, tras el desenlace de la Guerra Civil, miembro de la resistencia antifranquista.
Agricultor y trabajador temporero en la Azucarera de Épila. Afiliado a la CNT en 1919.
Cumplido el servicio militar en África regresó a Épila donde formó parte de un grupo de afinidad anarquista.
Tras el Golpe de Estado de julio de 1936 se incorporó a la Columna Durruti y, más tarde, a la Columna Ortiz (comandada por Antonio Ortiz Ramírez); al frente de los grupos guerrilleros "La Noche" y "Los Iguales" cruzó en distintas ocasiones la línea del frente para sabotear a las fuerzas de Franco, particularmente puentes, vías férreas y grandes infraestructuras, y procurar la evasión de algunas familias que deseaban pasar a zona republicana en acciones calificadas por Antonio Ortiz "de altísimo riesgo e incluso temerarias".
Tras la disolución de las milicias y del Consejo de Aragón (agosto de 1937), su unidad se integró en el XXI Cuerpo del Ejército republicano. Intervino en la ofensiva sobre Zaragoza, en la toma del vértice geodésico de Sillero, en las batallas de Belchite y de Teruel.
La militarización impuesta por el gobierno republicano después de los Sucesos de mayo de 1937 en Barcelona comportó serias tensiones entre los mandos militares y las milicias anarquistas, a las que los hombres del llamado Batallón Remiro, compuesto por unos 470 hombres, todos voluntarios, mayoritariamente evadidos de la zona franquista, anarcosindicalistas y aragoneses, no fueron ajenos. La creciente burocratización y la presencia de comisarios políticos comportaron diferentes reestructuraciones del Batallón y el desplazamiento de sus fuerzas, cada vez más débiles, hacia Lérida.
Cuando se hizo patente la derrota, Remiro pasó a Francia, donde fue internado en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer y en el de Mazères.
En junio de 1939 se entrevistó con Francisco Ponzán, quien le propuso participar en la evasión de España de algunos compañeros en peligro. De esta manera, el 3 de septiembre de 1939 estuvo en Berga, en su primera acción post-bélica en territorio español. A partir de entonces colaboró estrechamente con Ponzán y por extensión con los servicios secretos aliados; para ello entró en España en diferentes ocasiones.
En 1941 estuvo en Barcelona, Zaragoza, Madrid, La Coruña y Vigo realizando una labor de correo para los servicios secretos británicos que debía culminar en la Embajada inglesa de Lisboa.
El 26 de enero de 1941 fue detenido en Portugal por la PIDE (policía política portuguesa) que después de requisarle toda la documentación lo puso en manos de la policía franquista.
El 27 de abril de 1942 fue condenado a muerte en un consejo de guerra celebrado en Madrid. Remiro pudo escribir algunas cartas a sus compañeros y amigos; en una de ellas dirigida a los hombres del Grupo Ponzán, denunciaba que los británicos lo habían abandonado a su suerte y los alertaba de sus turbios intereses y del aprovechamiento que hacían de hombres como él, dispuestos a correr riesgos para luchar contra el Régimen franquista. El día de su muerte intentó la evasión junto a otros condenados; descubierto por los guardias alertados a su vez por unos vecinos, resultó gravemente herido por los disparos de aquéllos, a pesar de ello consiguió llegar hasta una casa cercana donde se ocultó pero a la que acabaron llegando las patrullas que salieron en su persecución. Viéndose sin escapatoria posible, Remiro se suicidó saltando por una ventana desde un cuarto piso estrellándose mortalmente contra el suelo.
Bibliografía.
- Antonio Téllez Solá (2006); Agustín Remiro. De la guerrilla confederal a los servicios secretos británicos, ed. Ayuntamiento de Épila y Diputación de Zaragoza, 2006.
Enlaces externos.
Agustín Remiro, agente n.º 3004 del Servicio Secreto Británico
Fuente: Qriterio Aragonés nº 14 Recientemente, un artículo de Víctor M. Juan Borroy, se hacía eco de la figura de Francisco Ponzán, el desdichado militante libertario asesinado por los nazis hace justamente sesenta años. Curiosamente, el 28 de agosto de 2004 se cumplio el centenario del nacimiento de uno de sus más activos colaboradores, Agustín Remiro.
Muy marcado por la lectura de los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona, Agustín Remiro Manero (que había nacido en Épila, en el seno de una modesta familia campesina) se afilió a la CNT en 1919, el año en que las combativas Sociedad de Obreros Azucareros y Sociedad de Obreros del Campo y Oficios Varios epilenses ingresaban en la organización confederal, tras su asistencia como observadoras en el congreso celebrado en el Teatro de la Comedia.
A Remiro, responsable de la Comarcal cenetista en el Bajo Jalón, la sublevación fascista le sorprendió en Used (localidad adonde todos los años acudía a segar, contratado por el terrateniente Cándido Ibáñez), e inmediatamente se puso en camino hacia Épila. En esta localidad, en la madrugada del 21 de julio, los militantes del Frente Popular y de la CNT consiguieron repeler un primer ataque de milicias falangistas y fuerzas del regimiento de Castillejos, causándoles varias bajas, pero no en el embate posterior ya con refuerzos de éstas. Remiro, como tantos otros epilenses, tuvo que huir del pueblo. Tras permanecer escondido durante varios días en un paraje de la vecina Urrea de Jalón, decidió intentar llegar a zona leal.
Lo consiguió en Tardienta, después de cruzar el Ebro con un pontón y de agruparse en los pinares de Zuera con centenares de evadidos de la ribera del Ebro y las Cinco Villas.
Poco después se incorporaba a la Columna Durruti, donde fue designado responsable de la XI Centuria y se integraba en el grupo "La Noche", encargado de realizar misiones de rescate de antifascistas en la zona rebelde.
En septiembre participó en la toma de Fuendetodos y, en noviembre, se incorporaba a la 118 Brigada de la 25 División. Poco después, junto a los destacados cenetistas Cayetano Continente y Juan Bautista Albesa, organizaba un grupo de guerrilleros, Los Iguales, cuya misión consistía, fundamentalmente, en asestar golpes de mano y perpetrar sabotajes tras las líneas enemigas. Algunos de los primeros éxitos del grupo fueron las voladuras de un tramo de la vía férrea del puerto de Paniza y de un puente en La Puebla de Albortón.
Tras su activa participación en las tomas del Seminario de Belchite y del Vértice Sillero, Remiro (provisto de documentación falsa y uniformado de falangista) viajó a Zaragoza para facilitar servicios de información previos a la ofensiva republicana sobre Teruel y, en varias ocasiones, a su pueblo, con objeto de visitar a su familia, que estaba siendo objeto de todo tipo de presiones y represalias.
Después de la pérdida de Teruel y de la rotura del frente aragonés por parte del ejército franquista, Remiro participaría en misiones de voladuras de puentes en localidades bajoaragonesas (Mas de las Matas, Calanda…) y, ya en Lérida (como comandante del Batallón de Ametralladoras C, más conocido como Batallón Remiro), en los combates de las zonas de Tremp, Sort y Balaguer, donde resultaría herido en las luchas del Vértice Esplá.
Perdida la guerra, Remiro, en fecha indeterminada, pasó a Francia, donde fue internado en el campo de Argelès-sur-Mer (o sur-Merd, como irónicamente lo definió el aragonés Ángel Samblancat) y, posteriormente, en el de Mazères.
El 3 de junio fue visitado por Paco Ponzán, quien lo captó para una red clandestina encargada de evadir de España a compañeros en peligro de muerte. De esta forma, en septiembre de 1939, Remiro regresaba por primera vez a España y conseguía trasladar a Perpiñán a un grupo de cinco camaradas de la CNT.
Al parecer, Paco Ponzán, que habría entrado en contacto con los servicios secretos británicos en noviembre de 1939, al año siguiente (Borroy retrasa la fecha hasta 1941) participaba en la Reseau Pat O´Leary, una de las cadenas de evasión organizadas para evadir (fundamentalmente a Gibraltar y Portugal) a personalidades antifascistas, judíos y aviadores aliados.
Entre mayo y junio de 1940, Remiro y otros miembros del grupo Ponzán distribuían profusamente en España una octavilla que, según afirma el historiador Antonio Téllez (en quien, además de en testimonios de la familia Remiro y en el archivo municipal de Épila, nos basamos para la redacción de este artículo), habría sido el primer texto antifranquista difundido después de la guerra.
A primeros de 1941, Remiro efectuaba un servicio de correo para los británicos. Su primera etapa fue Barcelona, donde el cónsul británico le transfirió unos documentos que Remiro debía entregar en Madrid, en las embajadas cubana y británica. En esta última le fueron proporcionadas una cantidad en metálico y todo tipo de garantías para proseguir la misión, que terminaba en la embajada británica en Lisboa.
El día 23 de enero de 1941, tras haber cruzado la frontera portuguesa desde Galicia, era detenido y conducido a Oporto por la PIDE salazarista. A pesar de hacer constar su calidad de agente n.º 3004 del MI-6 británico, el día 26 de enero era conducido a la frontera y entregado a las autoridades franquistas en Valencia de Alcántara. Tras los oportunos interrogatorios y torturas en Madrid (donde le fue recabada información sobre el paradero de algunos de sus camaradas: “El Maño”, Estévez Coll…), Remiro, calificado como “preso peligrosísimo”, pasaría cuatro meses en una celda de Gobernación. Las referencias que llegaron de su pueblo natal, aunque matizaban que Remiro no se había visto envuelto en delitos de sangre, no podían ser más negativas y peligrosas.
Remiro, desengañado (pues intuía que había sido delatado y traicionado) y en situación desesperada (estaba convencido de que iba a ser condenado a muerte), escribió numerosas cartas desde la madrileña cárcel de Porlier, donde permaneció ingresado: a su familia, para tratar de infundirle ánimos; a sus camaradas (de forma muy crítica, por la situación de abandono en la que lo habían dejado), para solicitar dinero con el que intentar sobornar a los jueces y suavizar el salvaje régimen penitenciario al que estaba sometido y para advertirles de que no se fiaran de los británicos; y a algunas personas (el cura de Cervera, en Lérida, al que había salvado del fusilamiento; Ibáñez, el terrateniente de Used; y algún vecino de Épila), para que le enviaran avales. Todo fue inútil: los avales “desaparecieron” misteriosamente de su expediente y Remiro fue condenado a muerte en un consejo de guerra celebrado en Madrid, el día 27 de abril de 1942.
Poco después, el 21 de junio de ese año, Remiro, que había manifestado en una carta su intención de fugarse, consiguió saltar la tapia de la prisión de Porlier, pero unos paisanos del barrio alertaron a la policía y ésta comenzó a disparar desde el puesto de guardia. Remiro, alcanzado por una bala, consiguió acceder a un edificio próximo, donde fue nuevamente herido. Finalmente, optó por arrojarse a la calle, donde fue rematado por la patrulla que le perseguía.
Para mayor sarcasmo, Capitanía General, nueve días después de su ejecución, le conmutaba la pena de muerte por la inferior en grado. Así terminaba la vida de un idealista, de un hombre de acción (semidesconocido, como tantos otros), inmolado en la lucha antifranquista.
Por Manuel Ballarín Aured
Agustín Remiro Manero – de la columna Durruti
El 21 de junio de 1942 muere en Madrid (España) el militante cenetista y resistente antifranquista Agustín Remiro Manero (Mangon). Había nacido el 28 de agosto de 1904 en Épila, Zaragoza, Aragón, (España).
Hijo de una familia campesina con numerosos hermanos, a los 10 años pudo asistir a la escuela, pero siempre fue un apasionado lector.
Se afilió en la Sociedad de Obreros Azucareros y en la Sociedad de Obreros del Campo y de Oficios Varios de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) 1919 movido por los relatos del asesinato legal de Francisco Ferrer Guardia y de la Semana Trágica.
En 1925 ingresó en el Ejército y sirvió dos años en África, donde se mostró rebelde y por ello enviado a un batallón disciplinario que combatió en los más duros momentos de la guerra contra Abd el-Krim. De vuelta en Épila, creó un grupo anarquista y desarrolló una extensa labor orgánica clandestina. Derribado Primo de Rivera, fue uno de los militantes más destacados de la CNT y alcanzó popularidad en la cuenca del Jalón (charlas, mítines con Ascaso y Ballester, etc.).
En 1932 participó activamente en la huelga de la fábrica azucarera del Jalón en Épila, que tuvo como resultado dos muertos y varios heridos, desde la secretaría de la Comarcal de CNT. Ese mismo año estuvo presente en el movimiento revolucionario de diciembre y su boda civil fue el primero de Épila.
En 1934 dirigió la construcción del local de la CNT de su pueblo y el año siguiente rechazó las ofertas de los caciques zaragozanos que le ofrecían ser el jefe provincial de la Falange. Con el golpe militar de julio de 1936 le coge segando de jornalero en Used y se trasladó a Épila, pero vencida la resistencia obrera, el 26 de julio cruza el Ebro, se junta con otros fugitivos y agosto llega a Tardienta, ya en zona republicana. Se incorporó a la Columna Durruti como responsable de la XI Centuria y más tarde en la Columna Ortiz, y con el grupo de Gallart (La Noche) realizó infinidad de operaciones en terreno enemigo dirigidas a facilitar la huida de quien había quedado cercado en Zaragoza. Fue responsable del grupo Los Iguales, con Cayetano Continente y Juan Bautista Albesa, especializado en sabotajes (puentes, vías férreas, grandes infraestructuras) y en rescatar prisioneros, que actuó en septiembre en la zona de Fuendetodos y meses más tarde en la Columna Carod-Castán (118 Brigada de la 25 División). Luchó en la ofensiva sobre Zaragoza, en la toma del vértice geodésico de Sillero y en las batallas de Belchite y de Teruel (1937), y después de la toma de esta ciudad, marchó con su grupo en Valencia. Perdido Terol, combatió en Cedrillas.
Hundido el frente y partido en dos el territorio republicano al caer Vinaròs a manos franquistas, restó zona catalana, donde a petición del jefe del Ejército del Este (Pérez) accedió a formar y comandar el Batallón de Ametralladoras C (Batallón Remiro), compuesto por 470 hombres, en su mayoría guerrilleros y voluntarios aragoneses, y que intervino en numerosas acciones especialmente en el frente de Lérida (Tremp, Sort y Balaguer). Herido en las luchas del Vértice Esplá el verano de 1938, fue operado en la Seu y después vendría el exilio galo y su internamiento en los campos de Argelès-sur-Mer y Mazères. Huyendo de los campos de concentración hizo contacto con Francisco Ponzán Vidal, Joan Catalán y Laguarta, y con ellos llevará a cabo numerosas operaciones de salvamento de personas comprometidas en España llevó a Francia los primeros delegados de Esteve Pallarols de la CNT. Cuando estalló la guerra mundial, a petición de Ponzán, aceptó en marzo de 1940 colaborar con los aliados en la Red Pat O'Leary para combatir los alemanes en España (agente núm. 3.004 del MI-6, Servicio Secreto Británico), realizando varias misiones como correo y enlace y facilitando la evasión de personas en peligro (judíos, políticos antifascistas, pilotos abatidos de la RAF), al tiempo que trabajaba activamente en la organización confederal, directamente ligada al Comité Nacional de la CNT, y en la lucha antifranquista.
El 23 de enero de 1941, efectuando un servicio de correo para los británicos, después de cruzar la frontera desde Pontevedra, fue detenido por la Policía de Vigilancia y Defensa del Estado (PVDE) salazarista en Portugal y entregado a las autoridades franquistas tres días después en Valencia de Alcántara (Cáceres). Condenado a muerte en Consejo de Guerra en Madrid el 27 de abril de 1942.
El 21 de junio de 1942 intentó evadirse de la prisión madrileña de Porlier con otros condenados, pero descubierto por los guardias alertados por unos vecinos una vez saltada la tapia, resultó gravemente herido por sus rasgos, a pesar de todo, consiguió llegar hasta a una casa cercana donde se escondió, pero cuando vino la patrulla, viéndose sin escapatoria, se suicidó saltando por una ventana desde un cuarto piso, estrellándose mortalmente contra el suelo. Nueve días después de su «ejecución», Capitanía General le conmutaba la pena de muerte por la inferior en grado.
Dejó escritas unas memorias en verso. En 2006 el Ayuntamiento de Épila y la Diputación Provincial de Zaragoza publicó póstumamente, en 2006, el libro de Antoni Téllez Solá, Agustín Remiro. De la guerrilla confederal a los servicios secretos británicos.
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