lunes, 11 de diciembre de 2017

Juan Montseny Carret (Federico Urales) (Vida y obra)

[caption id="attachment_3473" align="alignleft" width="300"]Federico_Urales_-_Joan_Montseny Juan Montseny Carret (Federico Urales)[/caption]

Juan Montseny Carret (Federico Urales) (1863-1942), Nació el 19 de Agosto de 1.863 en en la bella Ciudad de Reus, Tarragona, Cataluña, (España)  y murió en el exilio francés el 12 de Marzo de 1.942 en Salón de la Dordogne, Dordogne, nueva Aquitania, (Francia).



Hijo de padres humildes tuvo que compaginar, desde muy jovencito, con el aprendizaje del oficio de tonelero ( en catalán  “boter”) en que se dedicó en sus primeros años, al tiempo en que consagraba a sus afanosas lecturas, a las que fue desde niño muy aficionado, y a sus estudios libres, concurriendo a clases nocturnas, destacándose por su aplicación de forma tal que uno de sus profesores se fijó en él y le ofreció ayudarlo en costearse la carrera de maestro de escuela.



En el año 1.885, cuando contaba apenas veintiún años de edad, siguiendo la trayectoria de las sociedades obreras, comenzó a figurar en las luchas sociales, y en 1.890, a causa de las manifestaciones y de las huelgas del 1º de Mayo, sufrió la primera detención gubernativa. En 1.891 se unió civilmente con Teresa Mañé Miravent; conocida ya en el mundo literario anarquista por el seudónimo de Soledad Gustavo, maestra de escuela también como él, nacida en Cubelles e instalándose como profesora de primera enseñanza en la mediterránea población de Vilanova y Geltrú. En 1.892, Federico Urales, fue nuevamente detenido por una hoja que publicó protestando de las ejecuciones de Jerez de la Frontera en Febrero de dicho año.



Cuando, en 1.896, hizo explosión una bomba al paso de una procesión en la calle de Cambios de Barcelona, Urales fue detenido de nuevo en su propia ciudad natal de Reus y conducido a Barcelona por la Guardia Civil a pie esposado y custodiado como si se tratara de un delincuente común. (De Reus a Barcelona hay una distancia de unos 115 Km.) Su detención se hizo por considerarlo elemento anarquista muy “ peligroso “. El nombre de Federico Urales lo encontramos en numerosos documentos refiriéndose a la vida sindical revolucionaria de la época. Empezó como secretario de la Sección de Toneleros de Reus y en 1.887 era de la Federación Comarcal, adherida a la Federación Obrera Regional Española (Sección de la Primera Internacional.



Su actividad como escritor anarquista y como agitador había alcanzado en tan poco tiempo mucha resonancia en todo el ámbito nacional. De esta época parten sus colaboraciones literarias e ideológicas en él “ El Corsario “ de la Coruña y la publicación de sus primeros folletos doctrinarios y libros. En 1.882 abrió en Reus una escuela laica. Pronto las actividades sindicales y anarquistas de Urales y su moderna acción en materia de enseñanza concitan contra él odios locales. A consecuencia de la presión de todas las fuerzas de las derechas políticas más reaccionarias de Reus, fue acusado y envuelto en el proceso de Montjuic; arrestado un día en la propia escuela en medio de todos sus alumnos.



Durante la tenaz lucha de los presos en los inmundos calabozos del castillo maldito de Montjuic, sostenían actitudes rebeldes y de protesta. Y así aquellos luchadores demostraban su temple de hombres responsables. Ya por medio de correspondencia, ya por medio de artículos periodísticos que salían de la fortaleza clandestinamente, firmó  Juan Montseny Carret, por primera vez, con el seudónimo de (Federico Urales), al pie de un articulo valiente titulado “ Barcelona “, que apareció en las páginas del rotativo “ El País “ de Madrid; seudónimo que no dejó de usar nunca más durante su larga vida.



Por su campaña en defensa de la libertad de los presos de Montjuic, sufrió un año de prisión, y junto con otros anarquistas fue expulsado del país y desembarcado – 1.897 – en Liverpool. En la Gran Bretaña estuvo dos meses, y después de pasar otros tantos en París, decidió regresar a Madrid clandestinamente, estando aún en vigor el decreto de expulsión. Al llegar a la capital de España, sin pérdida de tiempo, estableció contacto con Alejandro Lerroux, que por aquel entonces dirigía el periódico radical “ El Progreso “, que de alguna manera no dejaba de ser el portavoz y órgano de expresión del partido político que él representaba, para proponerle una campaña de Prensa y de opinión a favor de los reos y simpatizantes que habían sido condenados a sufrir las torturas más draconianas en los lúgubres calabozos de Montjuic, en méritos del proceso incoado por la bomba de Cambios Nuevos. Lerroux, aunque desconfiando de la eficacia de dicha campaña, porque el ya la había iniciado en vano y sin haber tenido ninguna resonancia eficaz desde las columnas de “EL País”, que antes dirigiera. Finalmente accedió a las proposiciones del periodista ácrata Federico Urales, a la vista de los documentos que éste le exhibió.



Y Urales, él solo, hizo esta valiente campaña de denuncia y protesta desde las páginas de “El Progreso”, alcanzando de inmediato un impacto, constituyendo un éxito clamoroso, tanto en España como fuera de sus límites geográficos. Simultáneamente, Urales organizó y promovió manifestaciones públicas en todos los núcleos más importantes del país, todo ello sincronizado con otros grupos del exterior; en Inglaterra, por ejemplo, estaba otro valor del anarquismo español, F. Tarrida del Mármol, que se encargaba de movilizar la propaganda de cara la defensa del proceso de Montjuic. Se pedía la revisión del proceso porque, para nadie era un secreto, que estaba manipulado por las fuerzas más recalcitrantes de la Iglesia y jerárquicas del Estado, y, esa campaña, tan bien llevada, fue causa del mitin que se celebró en el “ Kursal” de Madrid; en el que Canalejas dijo que toda España era un Montjuic; y, en el que Corominas juró, por la memoria de su santa madre, que los que habían sido condenados en la tétrica fortaleza eran inocentes. Otro de los objetivos de esta campaña emprendida por Urales fue unir temporalmente a los líderes republicanos españoles, logrando de ellos, que la manifestación revisionista del proceso, en Madrid concurrieron Pí y Margal, Nicolás Salmerón y José Ezquerdo, separados y aún reñidos por antiguas discrepancias políticas.



Para conseguir aquella campaña, Urales tuvo que poner girones de su propia vida, y ante el temor de la desaparición del periódico “ El Progreso “, confirmada al poco tiempo,  Urales, en unión de su inteligente compañera Soledad Gustavo, funda “ La Revista Blanca” –1.898 -, publicación que reunió las firmas más notables y brillantes de la izquierda intelectual, tales como la de Giner de los Rios, Cossío, Ricardo Rubio, Azcárate, González Serrano y Miguel de Unamuno. Incluso Pí y Margall colaboró y apoyó con calor “ La Revista Blanca “, que publicada en época en que el anarquismo seguía estando fuera de la ley en España, no podía aparecer como publicación ácrata. No obstante al año de vida de “ La Revista Blanca” se amplió con el “Suplemento” de la Revista, que aparecía semanalmente y a los dos años se convertía en periódico aparte con el nombre de “ Tierra y Libertad “; el primer rotativo que aparece en España, y que tanta influencia alcanzó a tener entre la clase obrera ibérica; y llegó a ser el primer diario anarquista a pesar de las persecuciones y secuestros de que fue objeto por parte de los gobiernos de aquel periodo. Reconozcamos que el triunfo personal, periodístico e ideológico, fue, sobre todo, por el talento empleado por F. Urales.



Pronto salieron los envidiosos e incapaces adversarios. Pero, él, a pesar de todo, demostró titánicamente, durante su agitada y dilatada vida de luchador anarquista, un carácter forjado con temple en el yunque del trabajo cotidiano. Urales siempre se manifestó enemigo de cuanto no fuera justo. Era así, también, como se creaba adversarios. Los socialistas parlamentarios madrileños publicaron contra él un periódico titulado “ La Revista Pálida”. Otros “ La Protesta “; Julio Camba y Antonio Polo, “ El Rebelde “. Por otra parte, “ El fusil “, periódico llamado  “ legitimista “; todos lo combatían encarnizadamente, llegando a decir de F. Urales, barbaridades tales, como que explotaba a los obreros y era así que se había enriquecido, comprándose hotel y coche. Otras campañas llevadas a cabo por Leopoldo Romero desde “El Evangelio “; el propio  “ex “ ácrata, Azorin, desde “ El Progreso”, y, por último, Nakens desde “ El  Motín “, en una sección que tituló “ Los explotadores de los obreros “. Pero Nakens dio por terminada la campaña de difamación contra Urales al recibir un aviso de Moret, entonces ministro de la Gobernación, participándole que él se quedaba con 40.000 ejemplares de cada número de “ El Motín “ para ser repartidos gratis en los centros madrileños. Figuró y apoyó dicha campaña contra el escritor anarquista Federico Urales, toda la prensa más cavernícola y reaccionaria de la derecha, esgrimiendo el arma sucia del “ enriquecimiento ilícito “ a costa de los trabajadores. Y como la especie hallaba eco en un determinado sector, Urales decidió abandonar la palestra y se retiró de sus habituales tareas revolucionarias libertarias.



Por aquel entonces había sido ya noventa y cinco veces procesado y preso cinco, con la particularidad de que cuando estaba procesado no estaba preso, y cuando estaba preso, no estaba procesado. La especie de la fábula de su enriquecimiento viese pronto desmentida con el hecho, para poder subsistir y subvenir a las necesidades de la familia, hubo de solicitar una plaza de redactor en “ El Diario Universal “, plaza que obtuvo gracias a su valía profesional. Por entonces tuvo lugar el atentado de Mateo Morral contra los reyes el día de su boda, Con tal motivo Urales fue detenido unos cuantos días, y al ser puesto en libertad visitó a su íntimo amigo Francisco Ferrer y Guardia en la cárcel, ofreciéndole el consuelo de su amistad y la solidaridad de que un miembro de la familia le llevaría a la cárcel todos los días la comida. El conde de Romanones, que se enteró llamó al periodista Urales para decirle que eligiera entre ser redactor de un periódico órgano del ministro de Gracia y Justicia, a ser protector de un preso tan sospechoso cual era Ferrer y Guardia, acusado de complicidad a un atentado contra la vida de los reyes de España, a lo que contestó Urales, sin pensarlo nada, que renunciaba a la plaza de redactor de “ El Diario Universal “. Y, sin perder tiempo, consagrándose a buscar letrado para que defendiera a su amigo y compañero procesado. El día de la vista en juicio oral contra F. Ferrer y Guardia, se presentó Urales como testigo y fueron tan sensacionales sus declaraciones, que toda la Prensa habló con elogios de ellas; pidiendo una información suplementaria para averiguar si era cierto lo que el testigo había declarado a favor del Fundador de la Escuela Moderna.



Por aquel entonces Urales se dedicó a las labores del campo y a la ganadería, con la ayuda que le prestaron los empresarios del Teatro “ Español “ de Madrid, y Tirso Escuro, que lo era de la “Comedia “ pero al poco tiempo tuvo una diferencia con los directores de “ La Ciudad Lineal “, en donde se había instalado, y de nuevo con su espíritu de rebelde anarquista, esgrimió su acerada pluma contra la Compañía Madrileña. Consecuencia de esta nueva lucha fueron varios los procesos y varias condenas de destierro. Desterrado por catorce años de Madrid, se trasladó a Barcelona en 1.911, entrando a formar parte de la Redacción de  “ El Liberal “, y al margen de sus tareas desarrolladas en el periódico se dedicó a escribir para el teatro, estrenándole, Ricardo Puga en el “ Romea” de Barcelona, al comedia “ Flor Deshojada “, y la compañía del “ Apolo “, le puso en escena “ La Conquista del Pan “, “ El Aventurero Desventurado “, “ El Ultimo Quijote “ y “ Fanatismo contra Amor “. Cuando más virulenta era la agitación social en Barcelona publicó “ La Nueva Senda “, periódico que aparecía en Madrid un articulo que levantó ampollas en la epidermis de muchos de sus adversarios, de los que titulo era, “ Mi vuelta a la lucha “ resultado de este articulo fue el punto de partida de la reaparición de “ La Revista Blanca “, que estuvo suspendida diecisiete años. Estimulado y ayudado esta vez ya, por su propia hija Federica la cual surge como un meteoro en el campo del periodismo social y de combate, y, con la colaboración valiosa de su inteligente e inseparable compañera Soledad Gustavo.Alos cinco años de reaparecer la conocida y prestigiosa “ La Revista Blanca “ (Segunda Epoca), que no tuvo más origen, y no lo guió otro objetivo al compañero Urales, que incorporarse a la defensa de los principios y finalidades de los obreros y su orientación ética y económica de la C. N. T.  Pues, ciertos sindicalistas a secas, no estaban conformes con la pureza y consecuentes orientaciones del compañero Urales, y lamentaban su popularidad en los medios Confedérales, y, esgrimiendo, otra vez el arma sucia de la calumnia del “ enriquecimiento personal “ A costa de los trabajadores, haciendo una propaganda tan injusta y destructiva contra el ejemplar e intachable militante libertario Federico Urales, que en  Agosto de 1.918, era el propio Comité Nacional de la C. N. T., cuyos cargos claves estaban en manos de elementos seudo- marxistas, que aprovechándose de las circunstancias tan especiales de la represión que sobre los compañeros más destacados de la C. N. T.  recaía. Téngase en cuenta, además, la euforia que se respiraba en los medios obreros y de la influencia tan nefasta que ejercía la reciente Revolución Bolchevique desarrollada en la inmensa Rusia. En el caso concreto de España, podemos afirmar que políticos de origen republicano convertidos marxistas – leninistas, ese acercaron a la C. N. T., pero con el pensamiento fijo en Moscú, llegando a ocupar cargos de la máxima responsabilidad, elementos como Joaquín Maurin, Andrés Nin, etc., etc., tuvieron la osadía de publicar una circular “ reservada “, dirigida a todos los sindicatos de la C. N. T., aconsejándoles, esgrimiendo el “ boicot “ contra las ediciones de  “ La Revista Blanca “. En contestación a esta campaña, que repetía la historia – lejos el compañero Urales de retirarse como lo hizo la primera vez, y como esperaban que lo hiciera sus nuevos adversarios, saca  a la calle un valiente rotativo semanal, “ El Luchador “, para defender desde sus páginas la tesis de que” las sociedades obreras habían de formarse únicamente de obreros; que los Sindicatos de la C. N. T., compuestos y nutridos de trabajadores explotados, no podían ser, bajo ningún concepto, refugio de políticos; que en ellos eran inmoral los cargos permanentemente retribuidos “. Por las páginas de “ El Luchador “, desfilan y prestigian su contenido, periodistas de la talla anarquista y profesional como la de Felipe Alaiz. Recordemos aquellas valiosas crónicas tituladas “ Barcelona a la Vista “, sin olvidar, tampoco, la valía de las propias plumas de Soledad Gustavo, Germinal Esgleas, A. Fernández Escobés, Federico Urales y la de la propia hija Federica Montseny.



Afirmamos que Federico Urales era un hombre sumamente inteligente, de espíritu combativo y polemista incansable. Perteneció a una generación y a una dinastía de periodistas que enarbolaban la pluma como una lanza para defender su máximo ideal: La Anarquía. Era un hombre con alma de Quijote apasionado, jamás retrocedió ante nada. Era obstinado, y perseverante. No era rencoroso y su carácter tendía siempre al romanticismo sentimental. Él amaba la cordialidad, aunque el exceso de trabajo, la fiebre siempre de querer escribir, el impulso creador que le dominaba, le hacía ser salvaje y huraño.



Cuando hablamos de Federico Urales, no podemos pasar por alto, por razones obvias; “ La Revista Blanca”, “El Luchador “, “ La Novela Ideal “, “ La Novela Libre “ y “ El Mundo al Día “ por no citar otras publicaciones paridas por él y vitalizadas por él. Solo un símil de la primera que nombramos. Pues, sin duda no ha habido ninguna otra tan completa, tan bien hecha y tan bien orientada en España como lo fue “ La Revista Blanca “. Nosotros hemos de limitarnos al bosquejo biográfico, por supuesto imperfecto y pálido; como pálida es nuestra modesta pluma. Pero queremos dejar constancia, que a nuestro modo de ver, a Urales no se le ha hecho justicia. Jamás en ninguna publicación hemos leído nada que hiciera referencia a su acrisolada personalidad, tanto anarquista como literaria. Porque él, sin duda, atesoraba cualidades y virtudes, cuya posesión no suele ser frecuente, ni nada común entre los mortales. Urales, al igual que a otros grandes sabios y grandes idealistas -, no muchos -, fue, en realidad un fenómeno engendrado por la Naturaleza; un fenómeno portentoso de los que, de siglo en siglo, aparecen en escena entre nosotros; yerran a veces, aunque no tantas como el resto de los demás; pero en lo suyo, en lo peculiar, en lo que constituye ser la verdadera sabiduría, se remonta a tan gran altura sobre quienes, infundadamente alardean de tener con ellos semejanza que sus palabras y sus obras viven a modo de guía y orientación no solamente para sus contemporáneos, sino también para las generaciones venideras.



Ya sabemos que la infancia de Urales se debate entre la miseria y el drama íntimo familiar. Pero su cerebro de niño, maravillosamente construido, predomina el afán de saber. En cuya consecución; no malogra coyuntura alguna. Lee afanosamente cuanto papel impreso se ofrece a su alcance. Y a todo texto le extrae jugo provechoso. Su fuerza mental de asimilación es tan rápida como portentosa. De ello dará pruebas inequívocas a todo lo largo del camino y en todo lo ancho de su larga vida; en todos los surcos y senderos de su accidentada vida de luchador libertario. Así, va acrecentando, peldaño a peldaño, etapa por etapa, sus equilibrados conocimientos, insaciables en su avidez de poder abarcar todo género de cultura, sigue ascendiendo, día tras día, hasta alcanzar la cumbre...



Basándose en trabajo, es como surge y se formaliza el gran pedagogo social, el extraordinario psicólogo, escritor de individualidades afines y no afines, a los cuales atrae y subyuga aunque militen en campos diametralmente opuestos a los que él desarrolla regularmente sus actividades revolucionarias anarquistas.



Urales, eso es verdad, irradiaba sobre propios y ajenos simpatía irresistible. Muchas de las envidias, como también de las simpatías que en su larga vida llegó a suscitar, tuvieron su origen en ese don, en esa fuerza psicológica de que el compañero Urales era poseyente de algo sobrenatural.



La opinión que de Urales tenían en ciertos círculos de la sociedad española no podía ser peor; era lógico que así fuese, en un país monárquico, conservador, católico, cavernícola, caciquil, militarista hasta el tuétano; declararse anarquista no contemplativo, actuar públicamente, combatir al clero, al ejército, a la burguesía y al Estado, equivalía en la época ser un impío hereje, un monstruo peligroso.



Sin embargo, a nuestro juicio, Urales fue una de las personalidades militantes ácratas de más recio insigne, lo más noble y preclaro de cuanto tuvo el anarquismo español durante ese largo periodo lo que muchos no supieron o no quisieron admitirle, tolerarle su influencia y pensamiento heroico e independiente de opinión. En una España dividida en dos o más bandos irreconciliables, en una España victima de las envidias, victima, también, de su clásica picaresca, de sus luchas fraticidas de sus propios hijos, la oligarquía de abuso y de privilegio secular, no podía admitir que Urales, como luchador anarquista infatigable, como él se definía así mismo, y, consecuentemente nunca jamás, renunció a sus ideas. Al propio tiempo Urales derrochaba tolerancia para cuantos discrepaban de su ideología; esto le permite mantener cordial amistad con escritores y pensadores de opiniones opuestas a las suyas. Vale insistir que una de las características más importantes de la obra de Federico Urales es, su afán moralizador, humanista, colocando a su justo nivel el ideal anarquista. En toda su fecunda obra, en todas sus novelas, en todos sus libros en todos sus escritos periodísticos, hallaremos siempre una enseñanza, una lección pedagógica, una moralidad, válida y sencilla en el más generoso sentido de la palabra. Urales siempre escribe para decir algo, para remarcar cosa valiosas, para descubrir matices y crear belleza, sí; pero también para corregir y rectificar errores. Guardando las distancias, naturalmente, sus novelas, sus obras de teatro, sus ensayos, cuentos, tienen en el fondo un sabor, como las del genial Cervantes; sus textos son una lección, un ejemplo de humildad y sencillez ejemplar. Porque, Urales, el anarquista, más que nada escribe para enseñar deleitando al lector.



En Urales la literatura se convierte en periodismo, y el hombre escritor traduce su estilo en esas galas del lenguaje, pero sin pedantería, sin la densidad si se quiere del suntuosísimo idiomático del académico acartonado y ampuloso. Urales aligera el vocablo, lo aviva al propio tiempo de idealismo y lo calienta, lo hace ágil y móvil. Pueda que pierda con ello en gravedad, pero lo gana con creces en dinamismo libre de toda cursilería. Este ha sido el estilo inconfundible de nuestro maestro Federico Urales. Tenacidad, dominio magistral del tema o materia que propone tratar, sencillez en la cláusula, brillantez literaria de gran escritor en la expresión jamás rebuscada latido de vida en la idea matriz y en la imagen...  Prosa tersa de muchos quilates, grata al oído, cálida e intima en su viveza. Armonía de matices, riqueza de colorido, variedad de giros, gracia de expresión literaria. Y una tan prodigiosa captación de lo objetivo de sus libros – entre los muchos que escribió – algunos pueden considerarse de obras maestras; citemos tan solo a tres”: Sembrando  Flores “, “ Los Hijos del Amor “ ( Esta última una de sus preferidas), y su obra cumbre muy meritoria y elogiada por la crítica de la época, la titulada,  “ La evolución de la Filosofía en España “. Y cada vez que los libros de Urales salían a la luz pública eran sucesos que hacían revivir ante los ojos del lector, con tal fuerza anímica que trazaban en su memoria un surco, una grabación como de cosa vivida. Leer a Federico Urales, era admirarlo, era quererlo y hacer pacto de amistad con él.



Urales fue el teórico por excelencia del Comunismo Libertario en España, propugnando por la vía recta su retorno al campo para hallar en él el camino exacto de la Revolución Social emancipadora.  Urales es la figura destacada de la vanguardia libertaria, quien a lo largo de su vida y a través de sus obras describe y teoriza como nadie y con diáfana claridad de orto  “ el mundo feliz” que ha de surgir con la implantación en el campo de los principios anarquistas. Uno de sus trabajos claves lo constituyen los textos titulados  “ Los Municipios  Libres “ y “ El Ideal y la Evolución “, sendos trabajos publicados en el año 1.933 en Barcelona, que sintetizan magistralmente sus múltiples colaboraciones, que publicó en la Ciudad Condal  “ La Revista Blanca “, “ El Luchador “, y culminando en la obra iniciada a fines del siglo XX, en la dirección del trabajo titulado “ Abolición del Dinero “. Esa obra se terminó en el primer tercio del siglo XX. Es con gran visión de sociólogo ácrata que Urales nos matiza la futura sociedad libertaria como la base sólida de un equilibrio perfecto de la vida, como la única alternativa correcta y justiciera en los planteamientos de la lucha competitiva implantada por el sistema capitalista para sobrevivir. Y Urales dice, acertadamente:  “ Somos malos porque en el mal está nuestro bien. Cuando nuestro bien está en el bien de todos, la idea del mal ajeno por el bien propio, se irá alejando de nuestras cabezas, y así como ahora somos malos por necesidad,  entonces seremos buenos por necesidad también “.



La comparación de la Naturaleza es siempre uno de los recursos fundamentales en los razonamientos de Urales, indicio claro de la pureza de su ideología ácrata. Y remata su tesis con estas palabras hermosas : “ La sociedad no debe ser más que una copia de los hechos naturales, y con ello cada uno cumple su papel que por ello tenga que hacerse una valoración inferior de nuestras actividades sobre otras. Para nosotros no hay inteligencias superiores ni inferiores. No hay profesiones inferiores ni superiores “.



Como podemos constatar el anarquismo de Urales es claro, sencillo, es decir, lo mismo lo entiende el profesor universitario, el científico de laboratorio que el campesino del Alto Priorato que el pastor de ovejas de Extremadura; no importa de que lugar sea, porque el autor de “ Los Hijos del Amor “ sabe desdoblarse como nadie lo supo hacer con la maestría de Urales en su época. Y es así como enfoca y viene a revolucionar, no solo la situación programática de las clases explotadas. Todo el mundo comprende y entienden las teorías que expone  Ruales; no olvidemos que después de todo era un pedagogo nato, un educador por vocación y un aventajado de la Sociología ácrata.



“Cuantos tuvimos el privilegio de tratarlo personalmente en vida, cuantos apagamos nuestra sed de jóvenes ávidos de saber en las fuentes cristalinas de los libros y folletos de Urales. Aquilatábamos deleitándonos leyéndolo y comentándolo y escuchándolo con su verbo persuasivo, cuantos fuimos testigos de su noble corazón, sabemos que fue maestro en muchas cosas, paladín entusiasta de la libertad, defensor acérrimo de la C. N. T. y del ideal que la nutría y, sobre todo, un hombre de acrisolada honradez. La vida de Urales fue un permanente apostolado que fue así mismo un incesante martirologio a causa de las draconianas persecuciones, procesos, encarcelamientos que tuvo que sufrir en su peregrinar “. ( Ramón Sentís Biarnau )



¿Que tuvo errores Ruales? ¡Quién no los tiene... ! Pero los errores, cuando se sostienen con dignidad y honradez, tienen disculpa. Pero él siempre fue un defensor de la clase obrera. Así debieron comprenderlo después algunos de sus detractores. Urales conocía a los hombres como pocos. Conocía a las multitudes humanas como nadie. Cuando se dirigía a ellas con sus maravillosos artículos periodísticos de corte pedagógico de psicólogo consumado, con su expresión directa y cálida sentimental, se adueñaba del corazón del lector. Ruales, no nos cansaremos nunca de repetirlo, era anarquista por esencia y convicción. Tenía todas las cualidades clásicas, todas las virtudes del sociólogo racionalista honesto, ardoroso, sereno, persuasivo. Federico Urales era, ante todo un anarquista humano. Amaba al hombre, a su dignidad y defendía sus derechos al considerarlo la materia prima de todas las cosas. Amaba el terruño de su Reus y sus alrededores. Era hijo del pedazo de tierra que lo vio nacer. Pero estaba iluminado por un ideal, por una comprensión universal, era, por decirlo de alguna manera, un ciudadano del mundo. Era de aquellos espíritus internacionalistas que hubiera recorrido el mundo y en cada palmo de su suelo hubiera volcado los tesoros de su alma abierta a todas las ideas humanistas de redención. Porque Urales podía amar a todo el mundo; lo que no podía hacer era aborrecer a nadie, ni aún a las personas que lo habían combatido sin motivos.



Antes de cerrar este texto dedicado a la figura maestra de Urales queremos volver a referirnos al órgano de Prensa de “ Tierra y Libertad “ porque de alguna manera ese rotativo nació y el autor de sus días, como se suele decir, no es otro que Federico Urales. Porque además, “ Tierra y Libertad “ es el primer periódico anarquista y merece el puesto de honor entre todos los rotativos de combate, de ayer y de hoy, en razón de su larga vida y su luz radiante. "Solidaridad Obrera", mucho mas joven, es otro de los paladines históricos de contenido anarco- sindicalista. Nació con fuerza y alientos nuevos, siendo la C. N. T., la base más sólida de su larga vida. Durante la Revolución Española - 1.936-1.939 – puede afirmarse que fue el de mayor circulación y él más directo portavoz de aquel magno acontecimiento proletario. Las mejores plumas se estamparon en las páginas de “ Soli “. Tampoco faltó la de Urales.



Como colofón a este trabajo debemos, decir, que para nosotros, Federico Urales, fue el hombre anarquista de mas grande dimensión que se ha conocido. Y como broche de oro a esta Semblanza dedicada y en recuerdo  a la figura ejemplar de Federico Urales; nada más propicio que unas líneas escritas con amor filial de su querida hija, Federica, sacadas del prólogo de una edición del libro más leído de mayor impacto de cuantos escribió Urales, cuyo título es  “ Sembrando Flores “ editado en el Exilio francés por la  “ Gilda de Amigos del Libro “: He aquí su texto:



"¡Tierra roja de la Dordogne !  ¡Lejano y humilde cementerio de Solon, donde duerme el último sueño!  ¡Tristeza infinita de éste ocaso de su vida, en país extraño y hostil, donde conoció todos los desamparos, todas las incomprensiones, y todas las miserias! La naturaleza, clemente, puso un velo piadoso en su cerebro para que sus últimas horas no fuesen tan trágicas; le volvió al pasado en el lumbral del eterno porvenir de la muerte. Su cuerpo estaba en Francia; su alma vivía en España, en el querido Reus de su juventud, del cual su espíritu jamás se había apartado, por ese curioso fenómeno de la fidelidad al terruño natal, tan poderoso para los españoles, aunque sean ampliamente internacionalistas.  La posteridad, a la que ya pertenece su obra y su recuerdo, le hará la justicia, que en vano esperó vivo. Justicia que solo se hace cuando mueren a los hombres que sobresalen demasiado del conjunto mediocre y rebañego". - (Federica Montseny)



Juan Montseny Carret nació el 19 de agosto de 1864 en Reus, Tarragona, Cataluña, España y falleció el 12 de marzo de 1942 en Salon, Francia, Fue un sindicalista y maestro español que practicó a lo largo de su vida el anarquismo, tanto individualista como comunista. Además de editor, fue escritor bajo el seudónimo Federico Urales.



 Juan Montseny Carret nació el 19 de agosto de 1864 en Reus, Tarragona, Cataluña, España. Desde muy joven se interesó por la política y el sindicalismo: ya en 1885 con 19 años, ingresó en el Partido Socialista a la par que trabajada como tornero y tres años más tarde se le nombró Secretario General de la Federación Nacional de obreros de tornos. También en su juventud se vería influenciado por los textos de la etapa revolucionaria de Francisco Pi y Margall. Colabora en la década de 1880 en el periódico El Productor.


Se casó por lo civil en 1891 con Teresa Mañé Miravet(alias Soledad Gustavo), junto a la cual fomentaron una escuela laica y se decantaron hacia posiciones e ideas anarquistas.



Hijo de un ceramista, tras iniciar sus contactos con el movimiento obrero ingresó en el Centro de Amigos de Reus (1887), grupo anarquista desde el que llegó a desempeñar los cargos de secretario de la sección de toneleros de la Federación Obrera Comarcal primero y de la Federación Catalana después, y de secretario general de la Federación de Toneleros de España (1888). Maestro desde 1891, se casó por lo civil ese mismo año con Teresa Mané, conocida como Soledad Gustavo, y dirigió a partir de 1892 una escuela laica en su ciudad natal.



Detenido en 1891, 1892 y 1893 por sus actividades como publicista anarquista, a raíz de los Procesos de Montjuïc (1896), en el que se le incluyó, fue desterrado de España. Vivió en Londres y París y, en junio de 1897, regresó ilegalmente a España, fijó su residencia en Madrid y, adoptando a partir de entonces el nombre de Federico Urales, organizó desde allí una campaña publicitaria para conseguir la revisión de los Procesos de Montjuïc.. Fundó la publicación La Revista Blanca, de corte anarcoindividualista, que dura hasta 1902, definiéndola su editor como'"sociológica, científica y artística"y que reconvertirá en la revista Tierra y Libertad a la vez que intentó reorganizar la Federación Regional Española de la AIT.



Si bien entró a trabajar como redactor en el diario El Progreso, dirigido por Alejandro Lerroux, pronto fundó sus propias revistas, La Revista Blanca (1898) y Tierra y Libertad(1902, tomando el nombre de la revista que ya había publicado y dirigido en Barcelona entre 1888 y 1889). No sólo obtuvo con ellas un relevante éxito periodístico entre un público amplio, sino que, a través de su publicación, entró en contacto con intelectuales de renombre como Leopoldo Alas Clarín, Gurmensido de Azcárate, Jacinto Benavente, Jaume Brossa, Pere Corominas, Manuel Cossío, José Nakens, Francisco Giner de los Ríos o Miguel de Unamuno, que a menudo colaboraron en las revistas, logrando de este modo una aproximación de los intelectuales al anarquismo y, en menor medida, al mundo obrero.



Fue acusado, sin embargo, de excesivo personalismo y sensacionalismo por parte de ciertos teóricos anarquistas del momento, como Ricardo Mella o Josep Prat, por lo que finalmente se vio obligado a ceder la publicación de Tierra y Libertad (1904) y a dejar de publicar La Revista Blanca (1905). A pesar de que, desde su regreso a España, había intentado la reconstrucción de la Federación Obrera, para lo cual había logrado la convocatoria de varios congresos (1900 y 1901) y había llevado a cabo viajes de propaganda (1904), a partir de 1905 se alejó del aparato propagandístico anarquista a causa de la acusación antes expuesta.






[caption id="" align="alignright" width="200"] Tumba de Juan Montseny Carret (Federico Urales) en el cementerio de Salon, Francia[/caption]




En 1905 se establece en Barcelona, donde escribiría varias novelas (colecciones La novela libre y La novela ideal), retomando también la publicación de La Revista Blanca, y fundando el semanario El luchador. Ese mismo año nace su única hija, Federica Montseny. Participará en la Semana Trágica de Barcelona, a partir de la cual el Estado acabará en 1909 con la vida de Francisco Ferrer Guardia, amigo de la pareja Montseny-Mañé que colabora económicamente en las publicaciones de Urales.



Participa en la fundación de la CNT en 1910 y en la de la FAI en 1927, y entre 1923 y 1936 vuelve a editar nuevamente La Revista Blanca, colaborando en sus páginas autores prestigiosos del anarquismo internacional, como Max Nettlau o Henri Zisly, junto a Soledad Gustavo y Federica Montseny.



En 1933 publicó "La barbarie gubernamental", una gran colección de testimonios de militantes cenetistas andaluces en torno a los sucesos de Casas Viejas. Permaneció junto a su hija durante la Guerra civil española; en 1939 tuvo que huir a Francia, estableciéndose la familia en París hasta la toma de la ciudad por las tropas alemanas durante la Segunda Guerra mundial. El gobierno de Vichy lo obligó a instalarse en el pueblo francés de Salon en la Dordoña donde falleció.



Obras




  • Nicolás Estévanez, prólogo en "Pensamientos Revolucionarios de Nicolás Estévanez", ensayo de Mateo Morral (1880-1906), sin datar.

  • El hombre y la locura humana, Buenos Aires: Carlos y Alejandro Maucci, 1925.

  • Sembrando flores, Barcelona: Publicaciones de la Escuela Moderna, 1906.

  • La barbarie gubernamental en Barcelona, Tarrasa, Sardañola, etc., Barcelona: El Luchador,1933.

  • La evolución de la Filosofía en España, Tomo I, 1934.

  • La evolución de la Filosofía en España, Tomo II, 1934.



Bibliografía complementaria




  • Rafael Pérez de la Dehesa. "Estudio preliminar" En: La evolución de la filosofía en España. Federico Urales. Barcelona: Ediciones de Cultura Popular, 1968

  • S. Palomar. Els Montseny Mañé: un laboratori de les idees. Reus: Arxiu Municipal, 2006. (en catalán)

  • F. Samarra. “Joan Montseny i l’anarquisme català del segle XIX” A: Pensament i literatura a Reus al segle XIX. Reus: Centre de Lectura, 2006. P. 287-302. (en catalán)



9789200398889

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Federico Urales. Los Municipios Libres ante las puertas de la Anarquia





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La Revista blanca



 

 

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La Revista blanca (Madrid). 15-7-1936



 

2 comentarios:

  1. […] artículos en las revistas Acracia, La Revista Blanca y “El Productor”, donde conoce a Federico Urales y colaborando en la Escuela Moderna de Francisco Ferrer Guardia. Además, fue corresponsal en […]

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  2. […] Juan Montseny Carret (Federico Urales) (Vida y obra) […]

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